Las dos caras de la democracia

Antonio Ponciano Díaz

Han comenzado las campañas políticas y veremos candidatos de chile, de dulce y de manteca, ofreciendo las perlas de la virgen o el oro y el moro, con tal de conquistar el voto de los ciudadanos.

Es cierto que el mejor sistema político de gobierno en el mundo, parece ser, la democracia liberal.

Pero también es cierto que bandoleros de la política se aprovechan de las reglas del juego democrático para conquistar el poder y ya instalados en él, lo que menos les interesa es la democracia, por el contrario, se sirven de la democracia y del poder para sus fines personales.

Sin duda, el próximo 6 de junio es la fiesta de la democracia de los mexicanos que salen a las urnas a emitir su derecho a votar y elegir a sus gobernantes o representantes. Este hecho político es la cara más visible de la democracia. Es la que legitima y legaliza el triunfo de los contendientes. Con las votaciones no termina la democracia, aunque la mayoría de los ciudadanos creen que esto es vivir en democracia, pero desconocen o ignoran la otra cara de la democracia, quizás, más importante que la primera, la que no les gusta a los ganadores.

Pero ¿cuál es la otra cara de la democracia? Es aquella que tiene por los menos tres rasgos importantes. El primero, es el que regula al poder, es decir, quien llega al poder tiene que obedecer las reglas para controlar su actuación, debe rendir cuentas y transparentas sus decisiones.

La segunda, debe honrar su juramento, defender y observar lo estipulado por la Constitución política y no violarla. Y tercero, ser respetuoso de la pluralidad de ideas y de grupos. Debe de respetar la libertad de expresión y el derecho a disentir de los mexicanos. Debe propugnar por la unidad nacional y no la división de los ciudadanos.

En gran medida las democracias mueren por la ignorancia y la pobreza, pero, sobre todo, por ignorar la segunda cara de la democracia.

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