Cuando los algoritmos censuran el pensamiento crítico: el caso de TikTok y la IA

Raúl Abraham López Martínez
Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria
El sábado 10 de mayo de 2025, intenté promocionar en TikTok un video con una breve intervención mía en el 40º Foro Digital de Ciencias Políticas y Sociales. En él reflexiono sobre el trabajo, la inteligencia artificial y la urgencia de repensar las relaciones productivas desde una perspectiva crítica, ética y humana.
Lo que ocurrió me pareció, francamente, inaceptable: TikTok Ads clasificó el contenido como “no operativo”, impidiendo su circulación bajo el argumento de que infringe sus políticas publicitarias. Según su mensaje automatizado, el video contiene referencias a un “servicio prohibido” en la región. Pero lo que promuevo no es un servicio ni un producto: es una idea.
En ese video, planteo algo que considero urgente: si la tecnología ha llegado para transformar el mundo del trabajo, entonces debemos abrir el debate sobre qué tipo de relaciones laborales queremos construir. Digo —textualmente—:
“Habría que pensar, incluso ponerle límites al trabajo, límites al discurso de la productividad… y por qué no pensar que llegó una nueva tecnología y decir: vamos a reducir las horas de trabajo, vamos por menos de 40 horas, menos días, nuevas relaciones productivas que respeten el medio ambiente y las vidas de las personas.”
Esa afirmación, al parecer, fue suficiente para que un sistema automatizado decidiera que mi video era peligroso, inapropiado o ilegal. Lo preocupante no es solo el hecho de que el contenido haya sido bloqueado, sino el criterio con el que se hace: sin lectura de contexto, sin distinción entre propaganda y pensamiento, sin capacidad de reconocer una reflexión académica como lo que es.
Este tipo de prácticas nos enfrentan a una forma sutil —pero creciente— de censura algorítmica. Una que no se basa en la represión directa, sino en protocolos automatizados que invisibilizan discursos por su tono, por sus palabras clave o por sus implicaciones. Hoy más que nunca, hablar de derechos laborales, de límites al trabajo o de alternativas productivas sostenibles se vuelve incómodo para ciertos filtros digitales que no distinguen entre crítica y amenaza.
Como académico y como director de una revista digital independiente, me preocupa profundamente este escenario. Las plataformas digitales han permitido que muchas voces encuentren un espacio para expresarse, pero también están convirtiéndose en guardianes opacos del discurso, donde los algoritmos deciden qué se puede decir y qué no.
No podemos aceptar pasivamente este tipo de silenciamientos. Porque si los sistemas automatizados comienzan a definir los límites de lo decible, no solo está en riesgo la circulación de un video: está en riesgo nuestra capacidad colectiva de pensar, de cuestionar y de proponer otros mundos posibles.
Ya hemos apelado formalmente la decisión de TikTok. Pero más allá de ese trámite, decidí redactar estos párrafos para advertir que lo que está en juego no es solo mi video, ni mi voz, sino el lugar que la palabra crítica ocupa en el presente digital. Defenderla es también defender el derecho a imaginar futuros más justos.
