Todo sucede en el cerebro
Antonio Ponciano Díaz
Desde que nacemos hasta el día que partimos de este bello planeta, todo sucede en eso que llamamos cerebro. Pero que tanto conocemos al cerebro, pero, sobre todo, qué tanto lo sabemos usar.
Por supuesto hay quienes lo han usado maravillosamente. Todo lo que conocemos de la humanidad incluyendo los descubrimientos científicos y tecnológicos más extraordinarios han salido de esa masa grisácea como si fuera una tripa enroscada llena de tejidos nerviosos, que se ocupa de las funciones cognitivas, emotivas y de nuestras funciones vitales. Pues en esa masa surge toda nuestra experiencia de vida. Uno de los hallazgos de la neurociencia es que un cerebro atento al presente es un cerebro más feliz y productivo.
Lo trágico de nuestra vida cotidiana, lo dependiente de los celulares inteligentes que cada día nos esclavizan o nos hacen adictivos a su variada oferta de entretenimiento, resulta que estamos todo el día haciendo cosas que atentan contra nuestro bienestar y ni siquiera nos percatamos de ello, pero sí sentimos sus efectos, ahondando nuestro drama psicológico o padeciendo enfermedades.
Cada día hay más personas que se sienten solos, agobiados, estresados, ansiosos, temerosos, apáticos, agresivos y deprimidos, algunos otros hasta se suicidan y otros, padecen múltiples enfermedades derivadas de la mente. Esto en gran medida está sucediendo porque desconocemos cómo funciona el cerebro. Lo que debemos saber es que el bienestar se construye y este bienestar nos proveerá de felicidad.
Dice el neurocientífico Facundo Manes, que hay cuatro actividades que podemos hacer para iniciar el proceso del bienestar. El primero, hay que tener vínculos humanos, entre más tengamos más chance de bienestar tenemos; el segundo conocido como el Flow, el cual es hacer una tarea que te gusta, cada uno sabe: pintar, jardinería, cocinar, cantar, escribir…flow es cuando desaparece la noción del tiempo, del espacio; el altruismo: ayudar, ayuda al que ayudamos, pero también nos activa los circuitos de placer del cerebro. Cuarto, tener un propósito que nos exceda. Tener un gran sueño es como una velita que alumbra permanentemente nuestros deseos y por los cuales estamos dispuestos a seguir vivos.
No olvidar que los pensamientos se forman en el cerebro.