¿Hacia dónde nos dirigimos?

Antonio Ponciano Díaz

Mientras estamos entretenidos viendo alguna de las series de Netflix o cuidando a los nietos o leyendo un periódico o un libro o andando de compras en algún super o en el mercado o contestando el WhatsApp o el Facebook o viendo una telenovela o el fut bol o entretenido con las mañaneras o en el circo que nos pintan los políticos o; simplemente, echando la hueva. Hay alguien que está construyendo el futuro y ni cuenta nos damos y lo peor, ese futuro ni siquiera lo entendemos ni lo entenderemos.

No son los políticos ni los gobernantes los que están modelando el futuro de las sociedades en el mundo, su participación cada día es menor. Parece que los verdaderos constructores de ese futuro son los ingenieros y los expertos en infotecnología,  biotec

nologías, inteligencia artificial, nanotecnología, ingeniería genética, biología molecular y neurociencia, entre otras ciencias.

Lo cierto es que debiéramos estar interesados en el futuro de las sociedades que se están configurando en nuestro planeta porque tarde o temprano nos afectará, corrijo, ya nos está afectando. Por ejemplo, el cambio climático quizás este muy lejos de las preocupaciones de la gente, pero desafortunadamente ya lo empezamos a padecer. Las temperaturas insoportables que en algunas regiones del mundo y de nuestro país han empezado hacer estragos entre sus pobladores o los aguaceros atípicos con granizadas nunca antes vistas que han causado inundaciones terribles y están afectando el patrimonio de la gente y hasta hospitales inundados, sin que entendamos que causas los están originando y lo único que alcanzamos a expresar es nuestro asombro con un dejo de compasión y un ¡Uuufff! Qué suerte que no me tocó a mí.

Hay indicios de ese futuro que se está configurando y no es nada esperanzador para quienes creemos en el liberalismo social (libertades del individuo). Ese mundo que está emergiendo está controlado por algoritmos matemáticos donde los datos son la materia prima. Empezamos a estar gobernados por esos gigantes de la industria de la infotecnia, que a través de sus algoritmos saben más de uno que uno mismo, es decir, saben con quién hablamos y de qué hablamos, que nos gusta y que no, saben que vemos y escuchamos, que nos agrada y que nos genera molestia.

En fin, en el mundo que se avecina sabrán todo de uno y pasaremos a ser: prescindibles.