El juego de Juan Pirulero en la política

Antonio Ponciano Díaz

Muchos mexicanos de niños llegamos a jugar el juego de Juan pirulero y cantando decíamos …que cada quién agarre su juego. Me parece que este esparcimiento me sirve para hacer una analogía con el juego de la política.

Les recordaré en que consiste el juego: Juan cantará y dirigirá el juego acariciando su barbilla al compás, mientras los demás cantan y “tocan” su instrumento. Todos deben estar muy atentos, pues cuando Juan con mímica, se apropie de algún instrumento, el jugador que lo tiene, cambiará el movimiento y acariciará su barba hasta que Juan cambié de instrumento.

Este 6 de junio se llevarán a cabo las elecciones, de éste proceso saldrán los jugadores de la política.

La importancia que tiene este, supuesto ejercicio democrático, es que dependerá de los ganadores el futuro de todos los mexicanos.  Ya sabemos que muchos de los jugadores ni tienen los conocimientos ni la preparación ni la competencia política para el cargo, están en el juego político porque los Juan piruleros han decidido que ellos deben de tocar el instrumento que ellos les indiquen, mientras tanto estarán dispuestos a acariciar su larga barba y estar a su servicio, lejos, pero muy lejos del interés de la sociedad.

Es cierto que todo mundo quisiera jugar el juego de Juan pirulero sin importar el instrumento que tengan que tocar. Desafortunadamente, los malosos están en primera fila porque ya se dieron cuenta que es un jugoso negocio de dinero y de poder. Ya hay narco presidentes municipales, narco diputados locales y federales, narcos gobernadores, narco senadores y …quién sabe quién más. Por supuesto, hay muchos don juanes piruleros esperando que les acaricien su larga barba.

Para reafirmar lo que comento, baste citar la siguiente información, a escasos días de realizarse las elecciones más grandes de la historia, en México 88 políticos han sido asesinados durante el actual proceso electoral, 34 de ellos eran aspirantes y candidatos a puestos de elección popular.

No obstante, todavía, hay más buenos que malos y todos los que amamos a nuestro país tenemos el deber cívico y moral, de emitir nuestro voto de manera consciente y darle el beneficio de la duda al menos malo. Mientras tanto tenemos que exigir un nuevo sistema de partidos políticos y una reforma electoral más exigente con la trayectoria y perfil de los candidatos.