Atención pronta y expedita: clave para salvar vidas en accidentes cerebrovasculares

Leonardo Huerta Mendoza

Durante la 18 Conferencia sobre Ciencias Básicas organizada por la Facultad de Medicina de la UNAM, se abordó el impacto del accidente cerebrovascular (ACV), uno de los mayores desafíos de salud pública en México y en el mundo.

Jonathan Isaí Colín Luna, neurólogo clínico y vascular y académico de la Facultad de Medicina, analizó el impacto, tratamiento y prevención de la enfermedad, destacando la importancia de la intervención rápida y una mayor educación sobre sus síntomas y factores de riesgo.

“Esta enfermedad es la segunda causa de muerte en el mundo occidental y la principal causa de discapacidad no traumática en adultos. En 2015 fallecieron 6.7 millones de personas y tuvo una mortalidad mundial de 11.9 por ciento”, señaló.

También conocido como ictus o infarto cerebral agudo, el accidente cerebrovascular ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia el cerebro se interrumpe, ya sea por un coágulo (accidente cerebrovascular isquémico) o por una hemorragia (accidente cerebrovascular hemorrágico).

Como resultado de que la sangre no llegue al cerebro, las neuronas o células cerebrales no reciben el oxígeno y los nutrientes necesarios, lo cual puede causar su muerte en minutos.

Ahora bien, el infarto cerebral agudo no es algo imprevisto, sino consecuencia de factores de riesgo que se pueden controlar, como la hipertensión, la diabetes, la obesidad y el tabaquismo, explicó Colín Luna.

En México, el panorama no es mejor que en el resto del mundo. Por su gravedad, la enfermedad es la séptima causa de muerte y la principal causa de atención neurológica de urgencia, con una tasa de mortalidad de dieciséis por cada cien mil habitantes.

La importancia de la hora dorada: el tiempo es cerebro

Un aspecto destacado de la conferencia de Colín Luna fue su explicación del concepto de la “hora dorada”, lapso que abarca las primeras cuatro horas y media a partir del inicio de los síntomas, y que es crítico para reducir el impacto del infarto cerebral.

En este lapso se puede administrar un tratamiento trombolítico que disuelve los coágulos y evita secuelas graves. Ahora bien, la efectividad del tratamiento depende en gran medida de la rapidez con la que el paciente reciba atención médica.

“El accidente cerebrovascular es una emergencia médica, de tal manera que un retraso en el tratamiento incrementa el daño cerebral y, en consecuencia, el grado de discapacidad en el paciente”, explicó el académico.

Reconociendo los síntomas: cuando cada minuto cuenta

En México, la falta de conocimiento sobre los síntomas del ACV y la limitada infraestructura de emergencia dificultan la intervención oportuna, lo cual se traduce en secuelas motoras, sensoriales y cognitivas que pudieron evitarse con una atención rápida.

Colín Luna enfatizó la importancia de que el público general aprenda a detectar los síntomas del infarto cerebral agudo, ya que su identificación puede marcar la diferencia en la recuperación del paciente.

Los signos de alerta más comunes incluyen la desviación de la boca hacia un lado, debilidad en un brazo o en una pierna de un solo lado del cuerpo y la dificultad para hablar o comprender lo que se le dice.

“Estos síntomas deben considerarse como una señal de emergencia. Para un pronóstico positivo es muy importante actuar rápido y llevar al paciente a un hospital con capacidad para realizar una tomografía y evaluar el tipo de ACV”, explicó el investigador.

En muchos países se utilizan vehículos equipados con tecnología de imagen y especialistas para diagnosticar y tratar el ACV camino al hospital. Aunque estas “unidades móviles de ictus” aún no son comunes en México, representan una innovación que podría mejorar la atención.

Tratamiento en el hospital: el protocolo puerta-aguja

Ya en el hospital, con el protocolo “puerta-aguja” se busca que el paciente reciba el tratamiento trombolítico en menos de 60 minutos desde su llegada a urgencias. Este procedimiento permite disolver el coágulo y restaurar el flujo sanguíneo, reduciendo así el daño al cerebro.

Sin embargo, este tratamiento no está exento de riesgos, por lo que es esencial una evaluación precisa del paciente mediante una tomografía o una resonancia magnética para determinar el tipo y la ubicación del trombo.

“Cuando la trombolisis se aplica a tiempo, las probabilidades de recuperación son altas, por lo que cada minuto cuenta. Si logramos intervenir de manera oportuna, podemos preservar la calidad de vida del paciente”.

La clave para reducir el impacto del ACV está en la prevención. Hasta 40 % de los casos de infarto cerebral agudo pueden evitarse sólo con controlar los factores de riesgo, como la hipertensión, el colesterol alto, la diabetes y el tabaquismo, explicó el académico. Agregó que adoptar un estilo de vida saludable y practicarse revisiones médicas de manera regular puede reducir la probabilidad de sufrir un ACV. “En esencia, cuidar nuestra salud cardiovascular es cuidar a nuestro cerebro”.

Hacia una red de atención estructurada

Colín Luna recomendó fortalecer las campañas educativas destinadas a promover el conocimiento de los síntomas y la necesidad de actuar rápido.

Como parte de una iniciativa para mejorar la atención del ACV, el IMSS y otras instituciones de salud han implementado el programa Código Cerebro, con el objetivo de crear una red de respuesta estructurada y estandarizar protocolos de atención.

Desde su puesta en marcha en 2022, el programa ha capacitado a más de doce mil médicos en el diagnóstico y tratamiento del ACV y en el uso de telemedicina para apoyar a los médicos en zonas a donde no llegan especialistas.

“Este programa no sólo ha reducido los tiempos de atención; también ha fortalecido la capacidad de respuesta en casos de ACV a escala nacional, porque una red de atención bien estructurada y equipos capacitados son esenciales para reducir la mortalidad y la discapacidad en estos casos”.

Un llamado a la acción

El especialista universitario hizo un llamado a sensibilizar a la sociedad sobre la urgencia de la intervención inmediata y la prevención de factores de riesgo:

“El tiempo es cerebro, cada minuto cuenta, y, si logramos intervenir de manera oportuna, podemos salvar vidas y preservar la calidad de vida del paciente”.

Ideas destacadas:

  • El ACV es la segunda causa de muerte en el mundo occidental y la principal causa de discapacidad no traumática en adultos.
  • Reconocer los síntomas del ACV puede salvar vidas y reducir secuelas.
  • La “hora dorada” es crítica para recibir tratamiento oportuno.
  • Fortalecer la red de atención mediante programas como Código Cerebro mejora significativamente los tiempos de respuesta.
  • Controlar los factores de riesgo es clave para prevenir hasta el 40 % de los casos de ACV.

Fuente: https://unamglobal.unam.mx/